-Oye, aunque seas su hermano no permitiré que la toques.
Kagura observó sorprendida a Okita. Era la primera vez que lo observaba usando un arma. La bala había atravesado directamente la mano de su hermano y lo había obligado a soltar su paraguas.
- Eh... ¿Y tu quien eres? Eres muy bueno para atinar desde esa distancia.
. La verdad no me gusta usar armas -dijo soltando el arma que tenía en la mano- pero al ver tal escena, no pude controlarme. Sus ojos eran desafiantes, mostraban un odio increíble hacia Kamui.
-Ese traje... eres del Shinsegumi ¿verdad? Me sorprende que hayas venido tu solo, eres demasiado osado niño.
-¿Y quien dijo que he venido solo? Hay personas ahora que están ayudándome.
-Ya veo así que tus camaradas han ido a salvar a ese samurai. Pero creo que Abuto será el que termine ensuciándose las manos al final.
-Ya veremos.
Okita salto directamente a atacar a Kamui utilizando su espada.
-Vaya... justo cuando creí que no habría más personas interesantes en este planeta -dijo observando de cerca el rostro de Okita, de quien había detenido el ataque con su paraguas- aunque... creo que lo que más te afecto fue ver a esta niña malherida en el suelo. El poder de la espada aumentaba, haciendo retroceder poco a poco a Kamui. El rostro de Okita estaba serio, no podía dejar de tener la mirada fija en esa sonrisa sarcástica.
-Tenía razón, espero que me diviertas por el poco tiempo que resistas- apartó la espada de él, y lo empujo lejos. Cuando Sougo puso los pies sobre el suelo, rápidamente su oponente ya había llegado a su lado y le atinó un golpe en el estomago que le hizo escupir sangre.
-Eres muy débil para mi y además muy lento.
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